viernes, 27 de marzo de 2009

La solución

El diagnostico del terapeuta fue lapidario. Yo no había quedado bien. Tenia cierta disminución en mis facultades, Cuales o en que medida todavía no se podía saber.. La recuperación podía durar días, meses, tal vez años.

“Un tratamiento complejo, el desarrollo de los aspectos patológicos, no se puede aventurar un tiempo exacto de terapia” fueron las palabras que salieron del hombre de barba que sentado frente a mi acomodaba sus anteojos de marco redondo.

Una amiga que hice de la sección diagnósticos, escandalizada, me dijo que me habían catalogado como obsesivo compulsivo.

--¿Eso es bueno o malo? --le pregunte guiñándole un ojo

--No se, suena a malo –contesto

--¿Y que mas dice?

--Que perdiste un cierto porcentaje de  capacidad de memoria y de concentración.

No me podía permitir estos inconvenientes. Mi oficio requería de una gran capacidad de concentración, memoria y -por supuesto- nada que tuviera que ver con ese compulsivo no se que.

No podía ser que un tonto golpe de la frente contra el parabrisas durante un estúpido accidente de auto me pudiera sacar del negocio para siempre.

Mi nueva amiga me miraba.

--¿Esto te perjudica mucho? –preguntó.

Me reí dentro mío. El trabajo mas ambicioso de mi carrera se comenzaba a esfumar delante de mis ojos. No mas estafas de poca monta. No mas sacarle monedas a las jubiladas o un billete a un pueblerino desprevenido. Este trabajo iba a ser realmente grande. Plata dulce y mucha. En cuanto a mi, cero culpa. Al pichón que iba a desplumar lo compensaría su seguro.

Mire mi rubia amiga de la sección diagnósticos. Era bajita, gordita y sus ojos celestes me miraban embobados.

--¿Te gustaría hacer mucha plata? --le pregunte.

Su rostro se ilumino.

Me sonreí, había encontrado la solución al problema.

No hay comentarios.: