viernes, 20 de marzo de 2009

Muciélagos verde flúo

A pesar de todo siempre pensó que así acabaría. Años de pesadillas interminables se lo habían presagiado aunque -cada vez- a la mañana, meticulosamente las borraba cuando se lavaba la cara.

Adiós a los autos lujosos pagados con la ingenuidad de la gente de campo. A la pileta de su mansión comprada por desprevenidos jubilados. A la ropa y la servidumbre mantenida por codiciosos citadinos a la pesca de fáciles ganancias.

Éste parecía ser el final, en esa cueva oscura, dado por muerto, donde sólo extraños murciélagos lo observaban boca abajo.

Algo había salido muy mal. Tal vez lo habían reconocido. Tal vez ya conocían ese trillado cuento del tio. Tal vez fue denunciado por algún antiguo socio al que -a su vez- también había estafado.

Le dolía la cabeza como aquellas días que bebía de mas. Se paso la mano temblorosa por el pelo. Estaba pegoteado y había sangre.

Se arrastro con mucho esfuerzo por el suelo hacia un ojo de agua que se distinguía en el interior. Reflejaba una luz extraña. En el suelo -desparramados- huesos, tal vez de animales tal vez de otros -que como el- fueron abandonados por muertos.

Así, en el suelo al borde de la pequeña laguna -por así llamarla- quedo tirado largo rato. Solo su pecho se movía al ritmo de una respiración irregular.

Luego de un rato -con mucho esfuerzo- bebió agua usando su mano como cuenco. En el liquido quedo un rastro de sangre pintando arabescos.

Luego de beber giro el cuerpo y quedo boca arriba. Una semi sonrisa se dibujo en su rostro.

Cuando -por fin- vio a los murciélagos del techo color verde flúo se murió.

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