miércoles, 8 de abril de 2009

El trato

Fui bajando por la estrecha callejuela hasta llegar a la bahía. El cielo anunciaba tormenta. Los pescadores se apresuraban a volver al muelle. En el puerto los estibadores terminaban su tarea y se preparaban para volver a sus casas.

Encontré una silla vacía en la vereda de un bar y me senté. Pedí una copita de "arak", restos de una costumbre arraigada de mis años de vivir en Medio Oriente.

El viento comenzó a hacerse notar. Una sombra invadió mi mesa.

Levanté los ojos.

--Siéntese, por favor --lo invite.

--¿Que desea tomar?

--Un te, si no es molestia.

El hombre era moreno, de rostro enjuto, mirada torva.

--¿Tiene lo que hablamos? –preguntó.

--Por supuesto.

--Yo conseguí lo que le prometí. Todos sus datos inclusive una foto.

--Bien --le dije-- mis amigos estarán satisfechos.

--¿Consiguió la vacuna?

--La conseguí. Son tres dosis. Una cada veinticuatro horas.

Sus ojos se abrieron esperanzados y agradecidos. Por debajo de la mesa me paso un sobre de papel manila. Yo un pequeño paquete envuelto para regalo.

Sonrió.

Un trato justo.

Una vida por otra.

Yo pasaría esos datos a quienes buscaban al hombre del atentado de la estación de ómnibus.

El daría la vacuna a la enfermera que salvaría a su pequeña hija de la extraña enfermedad que la aquejaba.

El hombre se fue abrazando su paquete

Yo quede solo mirando el muelle hasta que comenzó a llover.

Entonces pagué las bebidas me levanté y me fui.

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